23 oct 2010

PRESOCRÁTICOS (IV): La escuela de Mileto - Anaximandro




Anaximandro es el segundo de los presocráticos. Nació en Mileto alrededor del año 610 a. de C. y hay quien lo nombra discí­pulo de Tales (este agrupamiento de la escuela de Mileto, hecho por Teofrasto, puede no ser muy cierto históricamente hablando, como ya se dijo). Escribió un libro sobre la naturaleza, uno de tantos que en la Antigüedad se escribieron pasando a la posteridad bajo el nombre de “Sobre la Naturaleza” o “De la Naturaleza”, y de él nos ha llegado una pequeña parte a través de las citas de autores como Aristóteles, Simplicio o el propio Teofrasto. Esto en sí ya es novedoso: por primera vez tenemos fragmentos escritos en los que quedan constatados una determinada visión de la realidad, una visión filosófica de la naturaleza en su origen y evolución.

Según sus comentadores, Anaximandro fue el primero en utilizar el concepto de principio o arché para refe­rirse a la sustancia a partir de la cual se origina el cosmos. Al igual que Tales, que propuso el agua como elemento originario y del que todo emergió, será una sustancia única la que Anaximandro proponga como primer principio, pero, a diferencia de aquél, no nos propondrá un elemento material de entre aquellos que encontramos en nuestro entorno, sino un principio indeterminado y abstracto: el ápeiron.

Para Anaximandro, todos los elementos del cosmos están enfrentados entre sí permanentemente. Esta continua lucha de contrarios es la que justifica tanto el movimiento como la diversidad (multiplicidad) de elementos que existen en el mundo. Es por ello que el principio del cosmos no puede ser uno de estos elementos que se da entre los demás, porque si así fuese, toda la realidad se acabaría fundiendo en dicho principio. A ojos de Anaximandro, si el arché fuese el agua (como sostuvo Tales) todo habría quedado convertido en agua hace tiempo, porque esta habría vencido sobre todo lo demás (al estar todo lo demás compuesto en última instancia por agua).

La cuestión es que cuando uno de los elementos vence en la lucha permanente sobre su contrario (entre los pares de contrarios parece ser que Anaximandro habló de “lo caliente, lo frío, lo seco, lo húmedo y otros”, según Simplicio), necesariamente habrá cometido una injusticia con él, que habrá de ser compensada con la posterior victoria del vencido y la consiguiente derrota del vencedor. El árbitro de esta lucha es la “justi­cia” (diké) y el ápeiron será el principio (arché) que se encargue de hacer efectiva dicha “justicia”. Como podemos observar, la cosmología de Anaximandro es trazada bajo una visión antropológica de la realidad: todo el movimiento de los elementos, las victorias y derrotas de unos contrarios sobre otros, queda regulado por la impartición de la justicia (término que, a priori, sólo tiene sentido para nosotros en el ámbito humano y no en el natural) que el ápeiron realiza sobre los mismos. Así el ápeiron queda como “juez”, pero no como “parte” de la realidad, no se mezcla con lo material ni es uno de sus elementos porque, como ya hemos indicado, esto haría que todo se fundiese en dicho elemento originario y la realidad dejaría automáticamente de existir.


Esto me inspira un apunte: He leído y escuchado no pocas veces la misma cantinela de que no es hasta la llegada de Parménides (al que veremos dentro de algunas entradas) y su dialéctica entre el “ser” y el “no-ser”, que no se daría la primera explicación de la realidad desde una reflexión racional y no desde la mera observación. Pero yo pregunto: ¿No es esto lo que hizo Anaximandro? ¿No acabamos de ver cómo él filósofo milesio dedujo racionalmente la imposibilidad manifiesta de que un elemento material fuese el principio de todo lo que existe y propuso, por el contrario, un elemento indeterminado como el ápeiron? Está claro que Anaximandro no se conforma con la mera observación ni cree que desde ella se pueda alcanzar el primer principio del cosmos y lo que realiza es una deducción racional para descartar la posibilidad de que tal principio pueda ser un elemento material. Al ápeiron se llega a través de la razón (logos) no a través de los sentidos.

También es curiosa la forma en la que Anaximandro concebía la creación del mundo (que sólo es uno entre los infinitos mundos que existen simultáneamente al nuestro): En un principio toda la materia estaba junta en un mismo espacio, pero pronto los elementos se separaron y a través de un movimiento “arremolinado” los más pesados, la tierra y el agua, quedaron en el centro del remolino, el fuego salió despedido del mismo y el aire quedó en medio. Seguramente por esta visión “arremolinada” del origen del mundo, como si de un “tornado cósmico” se tratase, concibió Anaximandro la forma de la Tierra no como un disco (como muchos contemporáneos a él pensaban), sino como un cilindro de poca altura, como una “columna de piedra” (según Hipólito y Aecio). Así, con los elementos ya separados, comenzaron las luchas y sucesiones de "injusticias" entre unos y otros que ya hemos descrito.



El ápeiron es definido como lo ilimitado e indeterminado, como aquello que “todo lo pilota” (por lo visto hasta ahora, “lo que pilota” es la eterna lucha y movimiento de los contrarios que constituyen la realidad que conocemos). Y aunque bien es cierto que todo el pensamiento de Anaximadro queda expuesto de un modo muy poético y ambiguo debido a lo abstracto del ápeiron como principio, también es cierto que como concepto filosófico es más general y explicativo que el agua de Tales: no sólo da cuenta de lo que existe en el mundo, sino también del origen y formación del cosmos, como hemos visto. Por ello, muchos historiadores de la Filosofía lo han visto como un pensador más avanzado y audaz que Tales.

Por último destacar la teoría evolutiva de este pensador milesio. Así, tal como lo leéis, Anaximandro sostuvo una teoría evolucionista que afirmaba que toda la vida proviene del agua, de lo húmedo, y de ella surgieron las primeras especies de las que han ido derivando las demás, entre ellas, el hombre. Los primeros antepasados del ser humano fueron los peces y de ellos, según nos deja el testimonio de Censorino, nacieron los hombres y mujeres que se gestaron en su interior hasta que llegaban a la pubertad, momento en el que ya podían salir al mundo y sobrevivir en el mismo. La razón para semejante teoría la basaba Anaximandro en la siguiente observación: mientras la mayoría de los animales tienen la capacidad de alimentarse desde muy temprana edad, el período de lactancia y dependencia del ser humano es muy elevado, haciendo esto imposible la supervivencia del hombre en el medio por sí mismo.


Como anécdotas y notas sobre Anaximandro señalar algunos de sus inventos y una predicción científica que pudo salvar muchas vidas. Nada mejor para constatar que no sólo se dedicó nuestro hombre al estudio de nociones tan abstractas como el ápeiron, sino que también aplicó sus conocimientos físicos sobre la Naturaleza de forma exitosa.

Anaximandro “el inventor”: Dice Diógenes Laercio que fue el primero en inventar un gnomon, que no es otra cosa que un objeto alargado cuya sombra se proyectaba sobre una escala graduada para medir el paso del tiempo (un reloj de sol, para entendernos). Colocó algunos de estos sobre los relojes de Sol de Lacedemonia y gracias a ellos pudo marcar los solsticios y equinoccios. También trazó el perímetro de la Tierra y el mar, y publicó un mapa geográfico de la tierra habitada.


Anaximandro “el socorrista”: Ahora es Cicerón quien nos cuenta que los lacedemonios fueron avisados por Anaximandro de que abandonaran a toda prisa la ciudad y pasaran cautelosos la noche en el campo, ya que si no lo hacían corrían un peligro de muerte ante la inminente sacudida de un terremoto. Finalmente este llegó y derrumbó la ciudad entera. Suerte para los lacedemonios que Anaximandro se pasó por allí para avisar…

"Entre los que dicen que es uno, en movimiento e infinito, Anaximandro de Mileto, hijo de Praxíades, que fue sucesor y discípulo de Tales, dijo que el principio y elemento de todas las cosas existentes era el ápeiron [indefinido o infinito], y fue el primero que introdujo este nombre de «principio». Afirma que éste no es agua ni ningún otro de los denominados elementos, sino alguna otra naturaleza ápeiron, a partir de la cual se generan todos los cielos y los mundos que hay en ellos. Ahora bien, a partir de donde hay generación para las cosas, hacia allí también se produce la destrucción, «según la necesidad; en efecto, se pagan mutuamente culpa y retribución por su injusticia, de acuerdo con la disposición del tiempo», hablando así de estas cosas en términos más bien poéticos."
Simplicio (490-560 d.C.)

2 comentarios:

Flor dijo...

Muy interesante tu blog!! Continúa así!! Estudio filosofía y entiendo lo que dices.. llegué aquí buscando algo sobre la "utilidad de la filosofía". Me gustó mucho la pequeña historia de Ortega .. Saludos!!

Víctor M. P. dijo...

Gracias, Flor. Espero que lo que aquí se publique te sea de ayuda y no sólo para tus estudios. La Filosofía es una cuestión de salud mental.

Seguiré publicando entradas en cuanto tenga un poco más de tiempo (hay cosillas preparadas...), que las oposiciones me tienen "consumidito".

Un saludo.