25 sept 2011

PLATÓN (VI): La creación del mundo sensible / El Demiurgo


Una vez expuesta la Teoría de las Ideas
, y teniendo ya separados netamente los ámbitos inteligible y sensible (como vimos en la entrada anterior), cabe preguntarse: ¿Cómo surge esa copia imperfecta del ámbito inteligible que es el ámbito sensible? Y lo que es casi más importante ¿Por qué surge dicho ámbito si en todo es inferior a aquel del que es copiado?

Resumamos la respu
esta platónica a propósito de tales cuestiones: 1) Al principio de los tiempos y desde toda la eternidad existían el ámbito inteligible (mundo de las Ideas), la materia informe (sumida en el caos ) y el Demiurgo (moldeador del Universo material a partir de la materia informe preexistente) 2) El Demiurgo se apiada de la materia informe y caótica y la moldea a imagen y semejanza de las Ideas perfectas e inmutables del ámbito inteligible. Que el Demiurgo se apiade del caos material inicial introduce una motivación moral en la creación del Universo físico: es la bondad del hacedor la que le empuja a actuar y crear el ámbito sensible 3) Debido a que la copia siempre es más imperfecta que el original, las cosas físicas, que son copias de las Ideas que sirven como modelo de aquellas, son imperfectas, mutables, corruptibles, temporales... (el tiempo en sí no es más que la copia imperfecta de la eternidad, lo cual no deja de ser un concepto interesante y curioso) 4) Aunque la copia en sí misma sea imperfecta, el Demiurgo trata de hacerla lo más parecida posible a su modelo arquetípico (la realidad inteligible, la Idea) y por ello la materia pasa de ser un caos informe a estar dotada de alma y racionalidad, aunque de forma limitada. Por eso el ámbito sensible tiene coherencia (aunque no se corresponda con la Verdad absoluta que pertenece al ámbito inteligible): si el Demiurgo se hubiese limitado a hacer una copia absolutamente imperfecta de todo, el mundo físico sería un caos ininteligible (que la copia sea más imperfecta que el original no implica que sea imperfecta en todo su ser).

(Nota: Etimológicamente, "demiurgo" proviene de "demos", pueblo, y "érgon", creador, de manera que el término designaba originalmente al artesano, al hombre del pueblo que fabricaba lo que fuese a partir de una materia prima dada. Platón hablaría de su Demiurgo como creador de los creadores, moldeador de los moldeadores que con la materia primigenia dio forma todo el Universo)


(Nota: Toda la teoría cosmológica platónica la desarrolla el filósofo en su obra "Timeo")


La cuestión que se abre ahora delante de nuestras
narices es bastante espinosa. Pensemos en las preguntas planteadas al principio para no perdernos y en las respuestas dadas por Platón con su teoría del Demiurgo:

a) ¿Cómo surge el ámbito sensible (o Universo físico si lo preferimos)? Podríamos decir que este interrogante queda contestado con el "mito del Demiurgo" antes descrito. No evaluamos aquí si la respu
esta resulta satisfactoria o no desde un punto de vista racional o filosófico, sino si de algún modo Platón nos da una respuesta para dicho interrogante y ya vemos que sí lo hace.

b) ¿Por qué el Demiurgo crea el ámbito sensible? Está claro que el Demiurgo platónico no es el Dios cristiano. En el primer caso tenemos a una entidad moldeadora de una materia preexistente, mientras que
en el segundo caso tenemos a un Creador desde la nada (Dios lo crea todo a partir de la nada, por eso es causa de todo lo existente / El Demiurgo no crea las Ideas. De hecho, ni siquiera crea la materia, solo le da forma). Sin embargo, sí que parece haber una conexión innegable entre ambos seres supremos en la motivación que les conduce a la creación del Universo: el amor, la piedad, la compasión... Llamémoslo cómo queramos, pero si de algún modo podemos responder al por qué de la creación del Universo físico existente, tanto desde la concepción platónica como desde la cristiana, es a través de esos conceptos. Platón cree que es la piedad que el Demiurgo siente hacia la materia informe y caótica lo que le lleva a moldearla dotándola de toda la perfección que le es posible. De este modo induce orden y finalidad a lo material. Dicho de otro modo: el Demiurgo está movido por el bien al dar forma al ámbito sensible/físico.

(Nota: esto seguirá a la perfección el guión marcado por su Teoría de las Ideas ya que, y esto lo entenderemos mejor cuando expiquemos la jerarquía existente en el ámbito inteligible (en la entrada dedicada a la teoría del conocimiento platónica), para Platón es el Bien el principio de todas las demás Ideas y puesto que estas son el principio de las copias físicas presentes en el ámbito sensible, dicho Bien será la realidad suprema desde la que se crea todo. Tiene sentido por tanto que el propio Demiurgo tenga como modelo de todos los modelos del ámbito inteligible el Bien y que sea este el principio que le mueva a moldear el ámbito sensible)


Ahora bien ¿podemos sentirnos plenamente satisfechos con la respuesta platónica acerca del "por qué" surge el ámbito sensible o mundo físico (a partir de la copia del inteligible)? ¿No estamos aquí más cerca del mito que de la explicación racional filosófica? ¿Se trata su teoría cosmológica de un acto de fe, de fe racional o de una reflexión más dentro de su argumentación puramente filosófica?
Aquí las opiniones se disparan. Ferrater Mora habla de más de diez interpretaciones posibles de la doctrina del Demiurgo que van desde la interpretación literal del mito, hasta la defensa del Demiurgo como objeto de especulación racional y filosófica.

Para muchos (entre los cuales me incluyo), el Demiurgo es un ser intermedio entre ambos ámbitos que resulta sospechosamente conveniente para dar explicación a las incógnitas planteadas en la Teoría de las Ideas y que resultan de difícil resolución en términos filosofico-metafísicos (y que no son otras que, basicamente, las que venimos tratando de contestar desde el inicio de la presente entrada). Mientras que hablar de Ideas y objetos sensibles resulta viable desde la razón por ser estos tangibles (los objetos son "perceptibles") y aquellas inteligibles (las ideas son "pensables"), sostener la existencia trascendental del Demiurgo depende irremediablemente de un cierto acto de fe (aunque sea de fe racional si se quiere) ¿Qué cuenta podemos dar de la existencia de tal Demiurgo? ¿Cómo podemos estar seguros de sus motivaciones (que quedan explicadas también en el mito platónico)? No parece que tengamos más fuente de confirmación de la veracidad del mito más que mostrar una creencia o fe en el mismo. Incluso el propio Platón se sincera en el Timeo a propósito de esta cuestión al afirmar lo intransmitible de este conocimiento (tal y como para cualquier creyente resulta imposible transmitir su fe con palabras):



"¿Quién es, pues, el creador y padre de este universo? Difícil es encontrarle, y cuando se le ha encontrado, imposible hacer que la multitud le conozca."

Con esto no quiero decir que Platón no encontrase argumentos para afirmar la existencia de tal ser y su manera de proceder: tiene que haber una causa que explique la existencia del Universo físico y su orden ya que todo parece tener una finalidad; pero no debemos confundir estos argumentos con pruebas existenciales. Que una respuesta tenga sentido en el conjunto de una teoría no prueba que esa respuesta o la propia teoría sean ciertas. El Demiurgo puede tener mucho sentido dentro del sistema filosófico platónico, pero no por ello queda demostrado que este exista.

Está claro que el problema de Platón es que, al separar tan radicalmente los ámbitos inteligible y sensible (lo que uno es, el otro no lo es y viceversa), tiene que buscar un principio explicativo fuera de ellos que dé cuenta de cómo y por qué a partir del primero se produjo el segundo (ya que ambos no interactúan entre sí debido a que están en planos de existencia esencialmente distintos). Ese principio explicativo es el Demiurgo que, como vemos, surge como exigencia racional para poder sostener su Teoría de las Ideas (que a su vez sostiene todo su sistema filosófico). Pero ¿es esta exigencia suficiente motivo para afirmar la existencia de tal ser?
Seguramente la respuesta dependerá del intérprete de la obra del filósofo ateniense. Que cada cual haga sus propias cábalas y se dé la respuesta que más le satisfaga.