La Filosofía Occidental se inició hacia el siglo VII a. C. en la Grecia Antigua. En los primeros filósofos, como hemos visto, destacó sobre todo el carácter científico en sus investigaciones acerca de la Naturaleza (physis) intentando descubrir los elementos que la componen y el principio (o principios) de la misma.
(Nota: para ahondar en dichas investigaciones, podéis acudir a las distintas entradas dedicadas a los presocráticos en este blog)
Este tipo de reflexiones se agotarán en el siglo V a. C, siendo sustituidas por la reflexión filosófica sobre el hombre y su papel en el seno de la polis. Este es el llamado “giro antropológico” (la antropología es la ciencia que estudia al ser humano, así lo “antropológico” es todo lo relacionado con el hombre): cambio de temática dado al pasar del estudio de la Naturaleza al del hombre.


Todo parece bastante justo y bien organizado a priori ¿verdad? El poder para el demos (pueblo), sin ninguna institución superior que lo domine y decida por ellos las cuestiones que al pueblo afectan (como antaño hicieron reyes, aristócratas o los “ricos” de la polis). Pero lo cierto es que la polis como unidad política entró en crisis al adquirir la democracia como forma de gobierno y dicha crisis se debió a muchos factores económicos y militares, aunque lo que nos interesa aquí es hablar de los factores ideológicos de la misma que sentaron las bases de la discusión filosófica:
¿Es la democracia la mejor forma de gobierno? ¿Es conveniente una democracia de este tipo en el que todos los ciudadanos, hombres “con cultura” y “poco versados”, estén en la misma posición política? ¿Resulta positivo sortear los cargos públicos o deberían ser asignados a los más aptos para desempeñar esos puestos? ¿Existe la manipulación política de aquellos que se muestran más hábiles en el uso de la palabra y la argumentación sobre aquellos que disponen de menos “armas dialécticas”?
Por estas cuestiones comienza a merecerle más la pena al filósofo griego dejar a un lado la investigación de la Naturaleza y reflexionar sobre el hombre y su papel ético-político. En la sociedad que venimos describiendo (una sociedad en la que el “matrimonio” entre individuo y Estado es inquebrantable), comienza a surgir el germen de la “corrupción política” al mismo tiempo que el propio sistema democrático empieza a demostrar sus defectos al poner de relieve que todos los hombres no están igualmente cualificados para hacer funcionar un Estado correctamente. Sócrates y los sofistas se introducirán de lleno en esta discusión, definiendo por el camino la naturaleza humana, su capacidad para conocer la verdad y su comportamiento ético.