Dejando atrás la cuestión de si los primeros filósofos de Mileto formaron o no una escuela filosófica realmente (hay quien dice que estas agrupaciones por escuelas las realizó Teofrasto, discípulo de Aristóteles, para facilitar su estudio), lo que sí parece hacer coincidir a todos los estudios es que en la figura de Tales de Mileto es donde encontramos al fundador de la primera filosofía presocrática.
Mileto era una ciudad situada en Jonia, en las costas de Asia Menor. A principios del siglo VI a. de C., Mileto era ya una polis griega fundada poco tiempo atrás por colonos emigrados de la península helena. Su estratégica ubicación geográfica, frontera entre varias ciudades y culturas diversas, su dedicación al comercio (debido a dicho factor geográfico) y el constante contacto con otras culturas y sociedades que de él se derivaba, y el elevado nivel de libertad del que gozaban sus habitantes, hicieron de Mileto el lugar idóneo donde habría de desarrollarse el interés por un conocimiento de la naturaleza muy distinto al perseguido por el “mito”.
Tres son los representantes de la llamada “Escuela de Mileto”: Tales, Anaximandro y Anaxímenes. El agrupamiento de estos autores en una “escuela de pensamiento” se debe no a que físicamente constituyesen una escuela como las de Platón o Aristóteles, sino a que entre dichos autores existe una serie de rasgos comunes que nos permiten hablar de una “escuela filosófica” de Mileto. El contacto real entre ellos (Tales como maestro de Anaximandro y este como maestro de Anaxímenes) no ha quedado documentado en modo alguno, con lo que sólo podemos centrar nuestra atención en los contactos “teóricos” de sus pensamientos y reflexiones sobre el principio del que surge toda la realidad (el llamado arché o arjé de la realidad).
Tales de Mileto: Sin datos certeros acerca de su nacimiento, se presupone que el mismo se produjo en el último tercio del siglo VII a. C., ya que parece ser que predijo un eclipse ocurrido en el 585 a. C. (según Herodoto) y esto inclina a pensar a los estudiosos que dicha predicción la realizó Tales siendo ya un hombre maduro.
De su pensamiento tan sólo contamos con los comentarios que sobre el mismo desarrolló Aristóteles. En ellos se alude a la tesis según la cual la tierra procede del agua y que apunta a que, como principio natural de todo lo que existe, todo procede del agua. Aristóteles dejó constancia de que Tales había colocado al agua como elemento originario de todo cuanto existe por varios motivos, los principales son: que toda la tierra flota sobre el agua como una isla y que el agua es necesaria y esencial para la vida.
Esto requiere una breve reflexión: Si nos a paramos a pensar ahora en lo que supone la Filosofía como novedad frente al pensamiento mítico, veremos que ya en Tales queda reflejada una actitud totalmente distinta a la del poeta narrador de mitos religiosos. Tales no dice que el agua sea el principio de todo “porque sí” y sin dar razones de ello, sino que habría llegado a esa conclusión a partir de la observación y la investigación. Al ver que todo lo que existe necesita del agua (todos los seres vivos necesitan del agua para su nutrición e incluso, como hemos visto, la propia tierra flota sobre la misma), Tales creyó ver en ella el principio del que todo surge ya que sin ella, nada “sería”.
Otro aspecto importante del pensamiento de Tales fue su principio según el cual toda la materia está animada, incluso la que se muestra como inanimada. Este es el llamado hilozoísmo. Toda la materia está atravesada por cierto principio vital, principio vital que Tales colocó en el agua. Hasta los dioses provendrían del agua, viendo así que definitivamente este elemento supone el principio material del que proviene todo lo existente para el filósofo milesio.
Y como no todo va a ser sesuda reflexión filosófica ¿Qué tal si vemos algunas anécdotas de la vida Tales? Es curioso observar cómo de un autor del que no nos ha llegado ningún documento directo, sí que nos han llegado varias anécdotas y datos curiosos sobre su vida. Esto probablemente se debe a que Tales fue una persona muy influyente en su tiempo, ya que formó parte del llamado grupo de los Siete Sabios, un grupo de filósofos, matemáticos y pensadores de gran intelecto que ejercieron como gobernadores y legisladores de las distintas ciudades griegas (polis). En mi opinión, las anécdotas y los datos biográficos sobre los autores tienen, en muchas ocasiones, tanta importancia como algunas de sus teorías, ya que de sus actos se derivan enseñanzas y la posibilidad de ver cómo la sabiduría filosófica es aplicable a la vida:
Tales “el despistado”: Platón nos cuenta en su obra “Teeteto” que, mientras Tales se dedicaba a admirar las estrellas para intentar comprender los cielos, cayó en un pozo. Entonces, una sirvienta tracia empezó a reírse a carcajadas al tiempo que se burlaba del filósofo diciéndole que mientras trataba de llegar a conocer las cosas del cielo, le quedaba oculto aquello que estaba justo delante de su nariz y bajo sus pies ¿Cuántas veces no se habrá visto la Filosofía acusada por esta idea: la de buscar de modo complejo el fundamento de la realidad sin llegar a comprender las cosas más simples que nos rodean?
Tales “el empresario”: A aquella primera anécdota de Platón se contrapondría posteriormente la de Aristóteles que, en su defensa de la utilidad de la Filosofía, llegaba a declarar que si un filósofo no se hacía inmensamente rico era simplemente porque no le interesaban para nada los bienes materiales.
El propio Tales le sirvió de ejemplo para ello, puesto que cuenta Aristóteles que gracias a su sabiduría y conocimientos astronómicos pudo predecir un año la excelente cosecha de aceitunas que se daría durante la época de siembra y recolección. Al predecirlo, Tales alquiló las prensas de aceite de las ciudades de Mileto y Quíos con mucha antelación, pudiéndolo hacer a un precio muy bajo. Cuando la cosecha comenzó a dar sus frutos, Tales volvió a alquilar dichas prensas a todos aquellos agricultores que buscaban desesperadamente las ganancias de las aceitunas, pero esta vez por mucho más dinero que el que les había costado.
De esta manera, cuenta Aristóteles, Tales pudo tapar las bocas de todos aquellos que se reían de su “sabiduría válida para nada”, puesto que vivía de modo muy pobre y todos sus conocimientos no le habían ayudado a llevar una existencia placentera y disoluta. Como vemos, esta segunda anécdota de Aristóteles nos lleva a una conclusión totalmente distinta a la de “Tales y el pozo”, a saber, que no es que los filósofos vivan apartados de la realidad y de las cuestiones mundanas por despiste o “estupidez” manifiesta, sino que lo hacen porque aspiran a metas más grandiosas y trascendentales. Al verdadero filósofo no le importan las riquezas, la ostentación, lo mundano, sino que se debate entre “qué es y qué no” verdadera sabiduría. El fin más elevado del hombre es el conocimiento de la realidad, encontrar el “por qué” de todo lo que "es" y todo lo que acontece (como el propio Aristóteles dirá: “El hombre desea por naturaleza saber”), y por ello no se puede entretener en cosas sin importancia como las cuestiones meramente materiales. De ahí el despiste y desconocimiento de cuestiones banales para los filósofos, que las ignoran sin más por carecer de toda trascendencia, por no servir para nada al propósito de llegar hasta la verdadera sabiduría.
Tales “el sabio”: Tanto Plinio como Diógenes Laercio y Plutarco nos cuentan cómo, siendo Tales ya famoso por su sabiduría (parece ser que la segunda anécdota prevaleció frente a la primera…), el faraón egipcio le pidió que resolviera un viejo problema: conocer la altura exacta de la Gran Pirámide de Keops. Tales resolvió el complejo problema de una sencilla forma: se apoyó en su bastón y esperó. Cuando la sombra del bastón fue igual de larga que el propio bastón, le dijo a un servidor del faraón: "Corre y mide rápidamente la sombra de la Gran Pirámide. En este momento es tan larga como la propia pirámide". Los problemas sencillos pueden tener fácil solución si se sabe observar, si se da cuenta correctamente de la regularidad presente en la Naturaleza y que el hombre puede atrapar a través de un examen y estudio riguroso de lo que acontece. De nuevo en esta anécdota queda patente la utilidad de la sabiduría y su carácter práctico si se sabe aplicar al mundo que nos rodea.
Toda una figura este Tales de Mileto...
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