El tema que nos ocupa hoy es la filosofía de Platón, sin duda, una de las reflexiones sobre la realidad capitales dentro de la historia del pensamiento. Como ya se ha señalado en anteriores entradas, su filosofía es un sistema, un todo interrelacionado: entender su teoría de las Ideas y, con ella, su teoría del conocimiento, nos llevará a comprender sin dificultad su teoría ético-política (de la que nos ocuparemos una vez trabajada la parte ontoepistémica*) que es, a fin de cuentas, aquella que refleja realmente el objetivo del autor.
El objetivo de la filosofía platónica
Por decirlo de forma resumida: El objetivo de la filosofía platónica es llevar a cabo una profunda y efectiva reforma de la polis. A través de su concepción de la República pretenderá crear un Estado ideal en el que el conjunto social funcione de forma idílica a través de la perfecta formación y educación de todos los individuos que conforman dicha sociedad.
¿Por qué este es el objetivo principal de Platón? Recordemos el impacto que la muerte de Sócrates tiene en Platón. El maestro, hombre que según su aventajado alumno era el prototipo de hombre bueno y justo, es ejecutado públicamente acusado de impiedad y corrupción de la juventud. No es la corrupción propia lo que llevó a Sócrates a su sentencia de muerte, piensa Platón, sino la corrupción en la que estaba sumida la polis. Atenas, lejos de reconocer el mérito y agradecer su desinteresada labor a un modelo de ciudadano y hombre como era Sócrates, le mató, le eliminó porque era una amenaza para la corrupción que ya se había instaurado en la democracia (más bien demagogia, podríamos decir) ateniense. Sócrates denunciaba las injusticias, la corrupción, el mal hacer político y cívico de muchos dirigentes y ciudadanos... y esto, evidentemente, le llevó a tener no pocos enemigos. Estos enemigos, los hombres injustos, serían los que acabarían con la vida del único hombre que, a ojos de Platón, podría haber dirigido a la polis hacia el Bien.
Era necesaria la reforma de Atenas para que tal injusticia no se volviese a repetir. La muerte de Sócrates fue la gota que colmó un vaso lleno de fracasos políticos que exigían una nueva propuesta, un nuevo modelo de Estado que resultase más justo y mejor.
Ahora bien ¿en qué lugar deja todo esto a la teoría ontológica y epistémica de Platón? Es decir, si su pensamiento busca sobre todo una reforma ética y política de la Atenas de su tiempo ¿para qué hablar de realidad y conocimiento? Pues porque sencillamente es imposible comprender una cosa sin la otra. Para Platón, es el conocimiento de la Verdad y el Bien lo único que nos puede conducir a llevar estas ideas a cabo. Sin conocimiento no hay acción. Si queremos una sociedad justa, entonces tendremos que saber qué es la Justicia previamente. Y en esto, Platón es totalmente deudor de Sócrates.
La herencia socrática
Si tenemos en cuenta que Sócrates jamás escribió texto alguno y que Platón expuso la mayor parte de su obra a través de su maestro (utilizándole como "personaje" en sus Diálogos) y a esto además le sumamos que Platón sigue una línea continuista con respecto al pensamiento de su maestro (es decir, que sigue sus ideas, no rompe con ellas), vemos por qué el separar los pensamientos de Sócrates y Platón ha producido no pocos quebraderos de cabeza a los especialistas. Es a partir de fuentes indirectas, como el propio Aristóteles, que sabemos ciertas cosas acerca de qué ideas son propias de uno y otro. En la siguiente entrada hablaremos de la tesis principal platónica: la Teoría de las Ideas. Pues bien, es gracias a Aristóteles que sabemos que Sócrates jamás escindió la realidad en dos ámbitos (inteligible y sensible) como sí haría Platón posteriormente. Esto nos hace ver que Platón sofisticó el pensamiento de su maestro, pero siempre tendremos que tener en cuenta que lo hizo desde la base del pensamiento socrático.
La principal herencia socrática en Platón es el intelectualismo moral. La identidad entre saber y virtud que defendió Sócrates se seguirá manteniendo en Platón y de nuevo las ideas: “para hacer el Bien debemos conocerlo” y “conocer el Bien nos lleva a hacerlo” se volverán a repetir. Conocimiento y práctica se implican el uno al otro: no se puede hacer el Bien sin conocerlo y si conozco el Bien no puedo hacer otra cosa que llevarlo a la práctica.
Sócrates defendía que todo lo que se puede hacer posee un arte, es decir, un conocimiento que nos lleva a hacer algo como debe hacerse. Todo en esta vida se puede hacer bien o mal ¿quién lleva a cabo una buena acción en el ámbito que sea? El que sabe cómo llevarla a cabo. Poniendo un ejemplo simple, pero directo: ¿Quién hará buen pan? Pues el que sepa cómo hacer bien el pan. Sin conocimiento no se domina el arte en la práctica. Si no sabes cómo hacer pan, más que probablemente no harás un buen pan.
Esto será compartido al 100% por Platón, pero tomará una nueva dirección en el discípulo de Sócrates. Como veremos en posteriores entrada, las esencias no son algo solo relevante en el ámbito del conocimiento, sino también en el plano ontológico, es decir, en el plano de la propia existencia de la realidad. Esas esencias serán llamadas por Platón Ideas y esas Ideas no son solo la causa del verdadero conocimiento, sino que serán la causa de que las cosas mismas existan, de que nuestra realidad física y terrenal exista.
* Recuerdo: Ontoepistemología = ontología + epistemología. La ontología es el estudio de la realidad (el intento de esclarecer qué es la realidad). La epistemología es el estudio sobre el conocimiento de la realidad (como conocimiento verdadero de la realidad).
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